Era un 10 de agosto de 1969, y aquella noche fría, alrededor de las ocho, Wasak, un bombero profesional, se encontraba enseñando a su pequeño hijo de 6 años a montar bicicleta. Amaneció y el niño se encontraba muy emocionado, sin saber que iba a ser el último día de la vida de su padre. Feis, el niño, se enteró que su padre murió en un incendio y simplemente creció; sin embargo, ahora con 36 años descubrió una interesante radio preparada y modificada por Wasak para tener comunicaciones globales. Feis encendió esa radio antigua y observó que una persona estaba tratando de transferir, no sabía quién era, no tenía idea de la persona que estaba hablándole, así que intentó comunicarse con quienquiera que fuese el sujeto que esté al otro lado de la línea. Feis entabló conversación con el individuo extraño, dándose cuenta que tenían muchas cosas en común. Ninguno de los dos sabía que era padre e hijo hablando a través de una aurora boreal interfiriendo en el espacio-tiempo.
